lunes, 7 de febrero de 2011


Europa está resolviendo la crisis equivocada: el plan de Merkel "es una tontería"

R. L. / elEconomista.es
7/02/2011 - 11:31

  • La Unión Europea no está atacando el verdadero problema actual
  • Es necesario un plan para recapitalizar y reducir el tamaño de la banca
  • "Es la mayor ofensiva de hegemonía política alemana que he visto"

Los mercados se relajan y parece que hay una posición común para resolver la crisis de la Eurozona con el Pacto de Competitividad. Parece que la crisis de deuda soberana se ha acabado... o no. Al menos eso piensa el columnista del Financial Times Wolfgang Münchau, que gráficamente titula su pieza "Europa planea solucionar la crisis equivocada".

Münchau comienza diciendo en su artículo que si la visión que tenemos de la crisis actual es un mero ataque de los especuladores, podemos decir que la crisis ha terminado. Pero él asegura que eso es "intelectualmente perezoso", como lo es pretender que la crisis actual es puramente fiscal. De hecho, señala que eso sólo lo fue puramente en Grecia, por lo que pensar que un cambio de régimen fiscal no es, lógicamente, la solución, ya que el problema no es sólo de las cuentas públicas del Estado.

El columnista dando su propia visión de la situación actual: "es una crisis de pasivo exigible que proviene de sistemas bancarios insuficientemente capitalizados y fragmentados nacionalmente y agravada por un problema de competitividad". La competitividad no sería tan seria si no viniera acompañada de la deuda, según el columnista.

Los planes de Merkel, "una tontería"

Por lo tanto, su idea es que la crisis actual proviene del sistema financiero y si se quiere resolver, un plan para armonizar la edad de jubilación o mejorar la movilidad laboral entre países "es una tontería", según sus propias palabras.

Muchau defiende que para empezar a resolver la crisis de una manera seria habría que empezar por un plan global a nivel de la Unión Europea para recapitalizar y reducir el tamaño del sistema financiero. Y después, el tabú: reestructurar la deuda que sea necesario reestructurar. Por ello, se pregunta: "¿Por qué soñar con mecanismos de coordinación política en un mundo post-crisis en vez de solucionar la crisis que ya tenemos?".

El columnista del FT defiende que hay dos asuntos críticos para solucionar la crisis: la recapitalización de la banca y la reestructuración de la deuda soberana. Pero se muestra muy pesimista, ya que cree que se está retrocediendo en el primero y probablemente se está infravalorando el segundo.

Las reticencias políticas

Münchau asegura que el coste de recapitalizar el sector a nivel europeo podría ascender a entre 100.000 y 200.000 millones de euros, y asegura que tras lo que sucedió con los test de estrés el año pasado y viendo lo que se comenta de los nuevos "se volverá a intentar esconder la verdad".

"¿Por qué se opone la UE a resolver la crisis?", se pregunta Münchau, que da dos razones fundamentales. La primera es que cada regulador bancario se centra exclusivamente en la competividad de sus propios bancos, temen auténticos test de estrés que pudieran poner en desventaja a sus bancos. La segunda es muy simple: costaría mucho dinero del contribuyente nacionalizar y recapitalizar los bancos.

El columnista se sorprende también de oír que los rescates no costarán nada al contribuyente, ya que da por supuesto que habrá reestructuraciones de deuda. Pensar que Grecia e Irlanda podrán pagar toda su deuda a tiempo "es un triunfo de la esperanza sobre cualquier cosa que sepamos sobre la historia de las crisis financieras".

Por ello, asegura que una vez que se comience a resolver la crisis de verdad, será muy caro: los créditos están garantizados y una vez que comience la reestructuración habrá grandes pérdidas para bancos y aseguradoras y muchas de ellas acabarán a cargo del contribuyente.

Además, cree que una solución genuina de la crisis (como la que propone él) es políticamente arriesgada. Los políticos ven más oportuno hablar de competitividad, que es algo que conocen y con lo que es más fácil de comunicar, aunque recuerda que en esta materia la historia no está de su lado, como demuestra la agenda de Lisboa, que ya era un plan intergubernamental para mejorar la competitividad de la Unión Europea. Como dice Münchau: "mejorar la competitividad del sur de Europa no es algo que se puede acordar en una cena, requiere de una pérdida de soberanía nacional masiva y profundas incisiones en los sistemas de negociación colectiva nacionales".

Y para lograr esto, no hay ningún país que tenga a la opinión pública preparada para lo que indudablemente va a ser el mayor cambio en la política social del último siglo. Por ello, incluso aceptando el Pacto de Competitividad propuesta por Angela Merkel como un mecanismo post-crisis, carece de credibilidad ya que está construido demasiado como una imposición alemana de su propio orden económico y social a otros países.

Como dice Münchau, que es alemán, "esto es la mayor ofensiva de hegemonía política alemana que he visto en mi vida". Es el precio que impone por incrementar su capacidad de préstamo.

El columnista asegura que como todo quid pro quo (algo a cambio de algo) cree que se debería pedir a Alemania algo más que sólo un fondo de rescate mayor: citando a Silvye Goulard, una europarlamentaria francesa liberal, dice que si Merkel habla de competitividad, otros tienen derecho a hablar de eurobonos.

Münchau concluye: "seguro que no es una proposición atractiva para España, por ejemplo, que las normas laborales vengan de Berlín, la moneda venga de Frankfurt y las deudas permanezcan en España. No estoy seguro de qué crisis va a resolver el mecanismo de la señora Merkel. La (crisis) que ya he venido observando en el último año continuará".


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