jueves, 22 de mayo de 2008

COMENTARIOS SOBRE EL CONFLICTO EN MEDIO ORIENTE

Como comentario personal al texto enviado por el Dr. Murad Agha, incluido en el post anterior, debo decir que coincido en su análisis.

En política, a cualquier nivel, y mucho más a nivel internacional, no se da nunca una puntada sin hilo, todo tiene su por qué, aunque casi nunca a la vista.

Cuando, de repente, enemigos irreconciliables llegan a un acuerdo, que preguntarse, como en las películas de intriga policíaca, ¿a quién beneficia? (Quid Prodes?)

Analicemos la situación de todos los participantes en los acuerdos del Líbano y del antiguo conflicto Sirio-Israelí.

Primero, comencemos por los mediadores, "dime quien media, y te diré a quien beneficia".

En el conflicto del Líbano, el mediador ha sido Qatar.

Qatar es un pequeño emirato del Golfo Pérsico, famoso por ser la sede de la cadena de televisión Al-Jazeera.
Combina su alianza estratégica con los EEUU y su fiabilidad en el mundo árabe por la gestión de este canal, entre otras cosas.
Es decir, como dirían los americanos, son árabes, pero de los buenos, y con muchos intereses comunes tanto con empresas estadounidenses, como con empresas de capital judío.

Entre Siria e Israel, el mediador ha sido Turquía.

Turquía es un país, teóricamente laico, pero en realidad cada día más musulmán, en el cual chocan continuamente las dos formas de gobernar el estado.
Por un lado, Turquía quiere ser un país miembro de la Unión Europea, y debe acreditar su democracia y su liberalismo, y por otro es un fiel aliado de EEUU, quien le permite incluso entrar "a saco" en Iraq para deshacerse de sus incordiantes Kurdos, sin que la justicia internacional meta la nariz.
También es un país con un contencioso territorial con Siria, que este último debe solucionar para evitar un enemigo a la retaguardia, y a la vez aprovechar los mercados turcos.
La inversión de capital judío o israelí en Turquía, es algo que los políticos y empresarios turcos, llevan tiempo demandando, así como el apoyo de Israel a su entrada en la UE, como interlocutor entre las dos civilizaciones.

Veamos ahora las partes en conflicto:

En Israel, hay un grave problema político interno. Ehud Olmert, su gobierno y muchas personalidades de su partido e incluso de la oposición, están bajo sospecha (alguno absoluta certidumbre) de corrupción, y de ser inoperantes en el gobierno del pais. Hecho este reforzado, tras el fracaso de la operación bélica contra el Líbano.
Por lo tanto Israel necesita dos cosas, desviar la atención de una opinión pública harta de corrupción, y hastiada de conflictos bélicos, y reconducir los recursos económicos que consume en esos conflictos a cubrir las necesidades de otros sectores de la sociedad israelí.

En Siria, un régimen totalitario y hereditario, se encuentra cada vez más aislado internacionalmente y con unos recursos económicos comprometidos en tareas de imperio regional, a las que no puede hacer frente. Necesita los mercado de Turquía e Israel, el olvido de las acciones de terrorismo de estado en el Líbano, y desviar las ansias invasoras de los EEUU. Por ello, debe solucionar su enquistado conflicto con Israel (incluso sin recuperar los altos del Golán), y zanjar el conflicto territorial con Turquía, a costa de perder un territorio que no le aporta más que dolores de cabeza. Por otro lado, favorecer un entendimiento en el Líbano, le libera de su posición de soporte y financiador de un sector de la oposición libanesa, y por tanto recupera recursos para su gestión interna.

En el Líbano, la situación es mucho más complicada.
Los chiítas, pro sirios y pro iraníes de Hizbullah (Partido de Dios), después de su última demostración de fuerza, han conseguido que el Primer Ministro de Líbano, el sunnita Fouad Siniora, les vuelva a admitir en el gobierno, y con derecho a veto. Si el reparto de poder satisface a todas las partes, y la negociación entre Siria e Israel consigue desactivar colateralmente el conflicto territorial con Líbano (Granjas de Shebaa), y finalizan las hostilidades, Líbano puede dejar de ser una fuente de conflicto, y caminar hacia un proceso democrático de consolidación del estado.

Como efecto colateral en Palestina, Hamas y Al-fatah se ven abocados a la negociación, entre ellos y con Israel, y se abre una nueva posibilidad de pacificación.

Y el gran beneficiado es EEUU.
Elimina una zona de conflicto, y por tanto una preocupación menos.
Estabiliza las fronteras de la zona, descarta la necesidad de una invasión a Siria, afianza a Turquía como interlocutor entre civilizaciones, consolida su control de la región, y desarrolla los futuros mercados, de forma que los controlará a través de sus representante económicos y políticos.

Como decía el Doctor Murad Agha, en su conclusión, los que de momento siguen perdiendo, son los pueblos, los hombres y mujeres de esos paises, los Kurdos que seguirán muriendo sin que nadie se preocupe de ellos, los Sirios que seguirán en un país sin libertades, los Libaneses que continuarán viviendo en una tensión permanente, dependiendo del buen humor de sus líderes, los israelies que seguirán soportando a un gobierno y una clase política corrupta, a la que lo único que le importa son sus intereses, los Palestinos que seguirán en la misma situación de desprotección y sometimiento que hasta ahora les han brindado sus desunidos y corruptos líderes, y en general, todos los habitantes de la zona que estarán bajo el control de las corporaciones y los intereses estratégicos de los EEUU y sus aliados, sin que importe nada, ni su vida, ni su estabilidad.

¿Hasta cuando?
YUSEF SAAVEDRA

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